viernes, 22 de mayo de 2009

Los pequeños placeres cotidianos...

Y ya que me dedicaré a describir y comentar “todos aquellos pequeños placeres cotidianos”, bueno sería saber exactamente el significado en toda su extensión de la palabra PLACER, dejando un poco de lado esos significados relativos a lo sexual que todo el mundo conoce y disfruta, algunos con más frecuencia que otros y otros con más variantes interesantes y divertidas, y a lo opuesto al placer que sería el dolor, no porque debamos excluirlo de nuestra vida, ya que sin este conocimiento de lo opuesto no podríamos apreciar en lo más mínimo tal placer, tal como no conoceríamos el blanco sin haber conocido lo negro; dedicándonos simple y sencillamente a lo que describiría sin más preámbulos como esos pequeños placeres…

El placer puede ser definido como una sensación o sentimiento agradable o eufórico, que en su forma natural se manifiesta cuando se satisface plenamente alguna necesidad del organismo humano: bebida, en el caso de la sed; comida, en el caso del hambre; descanso (sueño), para la fatiga; diversión (entretenimiento), para el aburrimiento, y conocimientos (científicos o no científicos) o cultura (diferentes tipos de arte) para la curiosidad y la necesidad de crear y desarrollar el espíritu. La naturaleza suele asociar la sensación de placer con algún beneficio para la especie.

Hay muchos tipos de placer o satisfacción:

El placer físico, que deriva de disfrutar condiciones saludables relacionadas con la estimulación de los órganos de los sentidos (las relaciones sexuales o la ingestión de platos suculentos de comida, por ejemplo). Hay distintos tipos de placer físico: el producido por el gusto o placer gastronómico; el producido por el tacto (masaje, placer sexual en sus diversas manifestaciones,...); el placer auditivo (música), el placer visual (arte,...), el deportivo, etcétera. Los griegos aconsejaban un placer moderado y consideraban un vicio pernicioso cualquier placer inmoderado.

El placer psíquico deriva de la imaginación, el recuerdo, el humor, la alegría, la comprensión y los sentimientos de equilibrio, paz y serenidad, que granjean la llamada felicidad. El mero pensamiento puede llegar a sentirse dichoso sólo con la imaginación de lo bueno que no se posee ni se disfruta en ese momento. El placer "psíquico" es definido por Platón como el mayor, y abarca también todos los placeres mentales causados al percibir cultura o arte, o al crear.

El placer estético, que mana de la contemplación y disfrute de la belleza, que consiste en el equilibrio "perfecto" (subjetivo, por supuesto) entre lo ideal y la realidad.
El placer intelectual, que nace al ampliar nuestros conocimientos y arrancar secretos a lo desconocido para poder descubrir y satisfacer nuestras necesidades espirituales e intelectuales, y hacer más libre y consciente nuestro actuar.

El placer lúdico, que deriva de la práctica de cualquier tipo de juego y se encuentra en la raíz de muchos otros tipos de placer.

El placer emotivo o emocional, que deriva de compartir el amor y el afecto de la familia, de entablar y sostener amistad con los iguales y sentirse aceptado por otros seres humanos.

El Placer de la contemplación, participación y goce de lo insólito y desconocido es también una fuente de placer, por ejemplo cuando se trata de espectáculos: fuegos artificiales, una escultura, un edificio (arquitectura), un paseo por un paraje natural, un viaje a un lugar desconocido, la lectura de un libro, etcétera.

El filósofo griego Epicuro puso la finalidad de la filosofía en lograr un placer equilibrado en todas sus formas en esta vida, no sólo físico, sino intelectual y emocional, y su filosofía, propia de la mentalidad mediterránea, tuvo numerosos adeptos en el ámbito pagano antes de la llegada del cristianismo, que reforzó el sentimiento de culpa por la búsqueda de placer. Sin embargo éste último sitúa el placer en un nivel espiritual próximo al psicológico, enseñando una gratificación ultraterrena y trascendente.

"Porque deleitarse es algo anímico, y para cada uno es placentero aquello de lo que se dice aficionado".
                                   Aristóteles
WIKIPEDIA La Enciclopedia Libre

jueves, 21 de mayo de 2009

Bienvenida...

Con esta leyenda acerca del descubrimiento del café, doy la más afectuosa bienvenida a toda aquella persona que visite este espacio dedicado primordialmente a todos aquellos pequeños placeres cotidianos que nos dan instantes de felicidad, de respiro o de paz, haciendo que nuestra vida se enriquezca con detalles que pueden parecer tan insignificantes para unos y tan importantes para otros, como el simple hecho de saborear una caliente taza de café recién hecho, con todo el ritual que conlleva su preparación sea cual sea el tipo de bebida a base de estos granos tostados, oscuros y brillantes, regalo de la tierra y de algún misterioso ser, divino o humano, el cual los puso a nuestro alcance desde tiempos inmemoriales; lo cual para mi es una de mis máximas pasiones ya que puede decirse que soy un ferviente admirador y consumidor de este antiquísimo brebaje: amargo, dulce, lleno de misterio y misticismo… o tal vez comer un buen pedazo de pastel o pan, o simplemente gozar viendo alguna fotografía o leyendo algún texto que nos produzca ese placer efervescente e instantáneo y nos haga olvidarnos por un momento de todo lo que acontece a nuestro alrededor y nos evoque a soñar o simplemente a recordar algún momento delicioso de nuestra vida pasada.
Bienvenidos sean entonces…

martes, 19 de mayo de 2009

La leyenda del café...

 Por el año seiscientos vivió en Etiopía un pastor llamado Kaldi. Cierto día que cuidaba su rebaño de cabras notó que los animales desarrollaban una conducta extraña. Nerviosamente iban y venían, subían y bajaban, en un estado de agitación que se prolongó todo el camino de regreso y persistió durante una noche, que se volvió interminable. Sólo a la mañana siguiente el rebaño pareció calmarse y fue así como siguió con mansedumbre al amodorrado pastor hasta las zonas de pastura.
Hasta que unas cerezas tentadoras detuvieron su paso, y luego de mordisquearlas, las cabras retomaron su conducta nerviosa del día anterior.


Kaldi observó las plantas que aparentemente habían causado el cambio en su rebaño y probó con cautela una hojita y un fruto.
Lo primero que percibió fue que no se trataba de un arbusto de cerezas, y que el sabor no era tan agradable como el que esperaba. Pero también sintió que el cansancio producido por la larga noche de insomnio se había desvanecido y era reemplazado por una energía que lo impulsaba a la acción.

Kaldi tomó consigo unas ramas florecidas y encabezó la marcha hacia un monasterio que se encontraba a pocos kilómetros. A paso vivo lo seguía su rebaño. Al llegar a la casa religiosa, el pastor fue introducido a presencia del Abad, mientras sus animales quedaban al cuidado de unos desorientados monjes.
Informado del descubrimiento, el Abad llevó a Kaldi a la cocina, y prudentemente hirvió una rama con algunos frutos rojos. Pero cuando probó el gusto de ambos, le pareció tan desagradable que en un impulso arrojó el atado entero sobre el fuego. La cocina se vio invadida de un aroma delicioso que indujo al Abad a hacer una nueva prueba. Tomó el fruto tostado y preparó una infusión que, con su perfume cálido atrajo a un grupo de monjes a la cocina. Así nació el café, de Etiopía al mundo; probado por unas cabras, descubierto por un pastor, tostado por un Abad, celebrado por unos monjes, que nunca pudieron imaginar que ese enérgico sabor se seguiría prolongando durante siglos.

Texto © 2005 Graciela Repún.
Publicado y distribuido en forma gratuita por Imaginaria y EducaRed:
http://www.educared.org.ar/imaginaria/biblioteca